Reino Unido y la UE se enfrentan por reglas que definen nueva relación comercial post Brexit
El rol del Tribunal de Justicia de la comunidad y los accesos marítimos son algunas de las disputas entre Londres y Bruselas. Las partes tienen sólo seis meses para llegar a un acuerdo.
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Si el divorcio era la parte difícil, lo que viene ahora puede que lo sea aún más.
A sólo dos días de que el Reino Unido dejara de formar parte de la Unión Europea, el primer ministro británico, Boris Johnson, ya tuvo su primer roce formal con el principal negociador del bloque para el Brexit, Michel Barnier.
Las razones de fondo son las diferencias que tienen ambas partes sobre las negociaciones comerciales que definirán la nueva relación. Johnson insiste en no acatar las reglas de la comunidad de –ahora- 27 países, tras la salida de la nación británica.
“No hay necesidad de un acuerdo de libre comercio que involucre aceptar las reglas de la UE sobre políticas de competencias, subsidios, protección social, medioambiente o nada similar; es como si la UE estuviera obligada a aceptar las normas del Reino Unido”, dijo el premier.
En concreto, Johnson busca un pacto como el que tiene el bloque con Canadá o Australia, los cuales contemplan un mecanismo alternativo que elimina aranceles y cuotas en el comercio entre los países.
Sin embargo, Barnier ya había advertido -incluso antes de las palabras de Johnson- que “nunca otorgará un acuerdo comercial así de extenso” si el Reino Unido sigue con la idea de no seguir las reglas, consignó Financial Times.
El representante de la UE dijo que Londres tiene que decidir si quiere “seguir adhiriéndose al modelo social y regulatorio de la UE en el futuro” o “divergir”.
“La respuesta del Reino Unido será fundamental para el nivel de ambición de nuestra relación futura y el Reino Unido debe saber esto”, agregó.
La propuesta
El bloque propuso un pacto libre de cuotas y aranceles con el país autoexiliado. Pero, con una condición: la gestión de una competencia abierta y justa entre las naciones de la UE.
Bruselas amenazó con aranceles a las importaciones si es que Londres insiste en no llegar a consenso en este punto y en oponerse a seguir el reglamento establecido.
Y es que esta petición es crucial, ya que el borrador del mandato para las conversaciones futuras presentado por Barnier pide explícitamente que el país liderado por Johnson “asegure la aplicación” de las normas de ayuda estatal de la UE al Reino Unido.
Además, plantea la necesidad de que el país siga la normativa del mercado laboral y de protección al medioambiente. Esta última es precisamente una de las cosas que Johnson se rehúsa a seguir.
En caso de que Londres acatara, la alternativa sería un “acuerdo comercial muy ambicioso” por parte de la UE, ya que cubriría los servicios para minimizar las barreras de sectores como las telecomunicaciones y la consultoría de gestión.
En medio de esta disputa, las partes tienen sólo seis meses para llegar a un trato.
Puntos de quiebre
Otro de los puntos de discordia entre las partes es el rol activo del Tribunal de Justicia de la UE como árbitro ante cualquier disputa entre las partes, por ejemplo, sobre cómo interpretar el derecho del bloque en las relaciones con el Reino Unido.
Previo a la salida, Johnson puso su firma en este punto. Sin embargo, ayer se retractó, asegurando que no quiere ningún tipo de actuación del organismo en las conversaciones.
Al respecto, Barnier respondió que la función del Tribunal es crucial para la futura cooperación de seguridad entre el bloque y Londres, sobre todo al compartir datos personales.
La pesca, en tanto, también representa un quiebre en las negociaciones. La UE exige el acceso a las aguas del Reino Unido para su industria pesquera, bajo los mismos términos que tenían mientras el país era parte de la comunidad. Y aunque Johnson dijo estar dispuesto a “considerarlo”, planteó que el acuerdo “debe reflejar el hecho de que el Reino Unido será un estado costero independiente”.
Nissan habría diseñado plan para doblar su presencia en el país tras divorcio
La japonesa Nissan habría elaborado un plan para retirarse de Europa continental en caso de que la salida del Reino Unido de la Unión Europea se llevara a cabo de forma brusca y conllevara aranceles a las exportaciones de automóviles. El objetivo sería concentrar esfuerzos para duplicarse en la nación británica donde la firma cree que podría vender uno de cada cinco automóviles.
Dos personas cercanas al asunto dijeron que el plan de contingencia, el cual se habría originado a fines del año pasado, daría paso a que Nissan cerrara su problemático servicio de vans en Barcelona y dejase de producir en Francia.
Bajo este escenario, la planta ubicada en la localidad de Sunderland se mantendría como parte de un audaz intento de robar participación de mercado a otras automotrices.
Si fabricantes como Ford y Volkswagen -que importan al Reino Unido- enfrentan aranceles, los modelos de Nissan elaborados en ese país tendrían una ventaja competitiva, lo que permitiría a la compañía crecer un 4% del mercado actual hasta un máximo de 20%, según las dos personas consultadas por Financial Times.
Eso sí, un portavoz para Europa de la compañía desmintió la versión: "Negamos que exista tal plan de contingencia", consignó el medio británico.